sábado, 10 de mayo de 2008

El judeo-español.COMENTARIOS

““El judeo-español es la lengua materna de los sefardíes o sefaradíes (La palabra viene de Sefarad, el nombre hebreo para España), judíos españoles y sus descendientes. Como todo el mundo sabe, el año 1492 es señalado no sólo por el gran descubrimiento del Nuevo Mundo, la colaboración de la primera gramática de la lengua castellana, sino también por el acto anti-semitista de los Reyes Católicos: la expulsión de España de los judíos non-conversos al cristianismo. Estos judíos desterrados fueron acogidos principalmente por tres países: un país cristiano, Portugal y dos países islámicos, Marruecos y Turquía. Pero en 1497 la Corona Portuguesa decretó “o bautismo o expulsión” siguiendo el ejemplo de España. Muchos de estos judíos español-lusitanos se trasladaron a Inglaterra, Bohemia, algunos estados italianos y sobre todo los Países Bajos. Y con la expansión de la colonización, algunos sefardíes llegaron incluso al Nuevo Mundo. Así es que hasta hoy los sefardíes se diepersan por todo el mundo, su distribución geográfica abarca cuatro continentes: Europa, África, Asia y América. Los judíos españoles habían escrito en lengua castellana desde que hubo literatura. Los redactores de buena parte de la prosa de Alfonso X el sabio, fueron judíos. El autor de la famosísima La Celestina, Fernando de Rojas, también fue un judío. Pero el lenguaje de los judíos españoles, aún desde la Edad Media, tenía peculiaridades atribuibles al carácter restringido de su comunidad, por motivos religiosos y tradición hebrea. El judeo-español en la literatura, sobre todo, en las versiones bíblicas, se diferencia del judeo-español en el habla en que es un lenguaje híbrido de español y hebreo. Este lenguje artificioso recibe la designación de “ladino” mientras que “el judesmo” se refiere al judeo-español de uso general. La característica más notable del judeo-español es su extraordinario arcaísmo tanto en el sistema fonológico como en las formas gramaticales. Una posible causa consiste en que la diáspora de los judíos hispanos comenzó con la matanza de 1391, un siglo antes de la expulsión, y por eso el judeo-español no participó en las principales transformaciones del castellano en el Norte de la Península, que ocurrieron hacia1400, sin embargo, acogió otras transformaciones en el Sur de España, por ejemplo, comparte el seseo-çeçeo y el yeísmo con el español andaluz y su expansión atlántica. Una muestra del arcaísmo del judeo-español es que, por ejemplo, se desconocen vuestra merced y usted. Para tratamiento de respeto se usan vos en Marruecos y él, eya en Oriente. El judeo-español también ha sufrido influencias de los dialectos de España. En su vocabulario existen muchas palabras de origen dialectal, por ejemplo, ainda(aún) de gallego, lonso(oso) de aragonés, samarada(llamarada) de leonés, y anozar(enojar) de portugués. El judeo-español también tiene inovaciones. El del norte de África ha recibido influencia del árabe y el español moderno, el del Oriente abunda en palabras griegas, turcas y aun eslavas. Además, la expresión culta muestra gran abundancia de galicismos e italianismos. Como una variedad de la lengua castellana, el judeo-español es muy importante por haber conservado muchas características arcaicas que han desaparecido del español moderno, y también por su inevitable destino de decadencia debido a la asimilación de y la mezcla con diferentes culturas Sefadíes o la melancolía de ser judío españolEl nombre de Sefarad, como es denominada España en lengua hebrea, despierta en gentes de Estambul o de Nueva York, de Sofía o de Caracas, el vago recuerdo de una casa abandonada precipitadamente bajo la noche. Por eso muchas de estas gentes, descendientes de los judíos españoles expulsados en 1492, conservan las viejas llaves de los hogares de sus antepasados en España. Se ha escrito que jamás una nación ha tenido unos hijos tan fieles como ellos, que después de quinientos años de exilio siguen llamándose «sefardíes» (españoles) y mantienen celosamente el idioma y las costumbres de sus orígenes. En la cocina y en los lances de amor, en las fiestas y en las ceremonias religiosas, los sefardíes viven todavía la melancolía de ser españoles.La fidelidad a la vieja Sefarad de estos «españoles sin patria», como se les ha llamado a los sefardíes, ha sido reconocida esta semana con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, una decisión animada por el deseo de contribuir «después de cinco siglo de alejamiento, al proceso de concordia ya iniciado, que convoca a las comunidades sefardíes al reencuentro con sus orígenes, abriéndose para siempre las puertas de su antiguo país», según destacaba el acta del Jurado.El galardón confirma así una voluntad de reencuentro expresada por diversos estamentos y personalidades desde mucho antes del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre España e Israel. Los sefardíes, como han reconocido muchos historiadores, entre ellos Américo Castro, han sido siempre un testimonio vivo de una de las decisiones más injustas y erróneas de la historia de nuestro país. La permanente fidelidad sefardí a la tierra de la que fueron expulsados, ha ahondado aún más la sensación de irracionalidad que rodea a los motivos de su expulsión, provocada por la intención unificadora de los Reyes Católicos en lo geográfico, cultural y religioso.Esa decisión pasó por alto, como ha señalado el rabino sefardí José Faur, uno de los más destacados expertos en sefardismo, que los judíos españoles en sí eran un elemento unificador. La palabra «Sefarad» no tiene un significado religioso, sino geográfico. Es la primera palabra que tiene una connotación de unidad de toda la Península. «El sefardí – según José Faur – tenía en pleno siglo X un concepto de la unidad peninsular, pero creía que lo que debía unir a todo español era el concepto geográfico en un pluralismo religioso y cultural».El problema que planteaban los sefarditas hace quienientos años se aplazó con su expulsión, considerada por muchos una de las causas del declive del esplendor que en muchos campos había vivido España hasta entonces. La economía, la ciencia y la cultura, donde resonaban desde el siglo X los nombres de Maimónides, Salomón Ibn Gabirol, Judá Halevi, o tantos otros pensadores, científicos y poetas, pagaron su precio por las pretensiones unificadoras.Las cifras sobre los sefardíes que abandonaron España en el año del Descubrimiento oscilan entre los cien mil y los cuatrocientos mil. Sus primeros destinos fueron el Norte de África y Portugal. Más tarde se dispersarían por toda la cuenca del Mediterráneo, creando grandes comunidades en los Balcanes y Asia Menor. El Nuevo Mundo atrajo también a los sefardíes, que desempeñaron un importante papel en la colonización de algunos países, como Brasil. En nuestro siglo, las dos guerras mundiales, la persecución nazi y la creación del Estado de Israel fueron elementos decisivos en el último proceso de la diáspora sefardí.Según la Asociación Sefardita de Jerusalén, hoy viven en nuestro país quince mil sefardíes. Los sefardíes suman en todo el mndo un millón y medio. La comunidad más importante es la de Israel, con cuatrocientos mil. En este país existen medios de comunicación que utilizan el idioma judeo-español, también conicodo como ladino cuando se refiere al lenguaje litúrgico, como la revista «Akir Yerushalayim» o algunas emisiones de Radio Israel, ambos dirigidos por Moshe Shaul, colaborador de ABC. En Estambul también se edita un diario en judeo-español, «Shalom». Otras grandes comunidades son la de Estados Unidos, con cien mil personas, y la de Iberoamérica, que suma otras cien mil repartidas entre México, Venezuela, Panamá, Perú, Argentina o Brasil.El gran peso de los sefardíes en la comunidad judía internacional ha motivado la incorporación de los judíos no sefardíes bajo esta denominación. Teniendo en cuenta a estos últimos, que han asimilado las costumbres sefardíes sin tener nexo histórico con los judíos expulsados de España, algunos cálculos hablan de una comunidad sefardí de entre cuatro y cinco millones de personas. En París está la sede de la Federación Mundial Sefardita, a la que están incorporadas asociaciones sefardíes de todo el mundo.Los sefardíes luchan hoy por preservar su identidad frente al proceso de homogeneización cultural, que afecta principalmente a su idioma, donde se mantiene viva la memoria de sus raíces. El judeo-español, un castellano anterior a las reglas fonéticas y ortográficas del Siglo de Oro con mezcla de hebreo y otras lenguas, ya no lo hablan los jóvenes, aunque son capaces de entenderlo. En los últimos años se han realizado algunos esfuerzos por mantener la lengua e intentar que no quede reducida al ámbito familiar o a las personas de mayor edad. En 1989, un colegio israelí la incluyó en su programa de bachillerato. Actualmente también pueden cursarse estudios de judeo-español en la Universidad hebrea de Jerusalén y en la Soborna de París. El propio Moshe Shaul ha dirigido recientemente una importante investigación destinada a recopilar el cancionero sefardí, herencia singular de la presencia de este pueblo en nuestras tierras.La fecha de 1992 es también un referente esencial para la comunidad sefardí y la judía en general. Junto con la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento, se celebra en ese año los quinientos años de la expulsión de España de los judíos. Ya está en marcha el proyecto Sefarad ’92, que trabaja en todo el mundo para que la efémeride no pase desapercibida y pueda dar a conocer la aportación judía a la cultura hispánica. El proyecto está integrado dentro de los actos del V Centenario y cuenta con la colaboración de un comité internacional presidido por un sefardí ilustre, Isaac Navon, y en el que ocupa el cargo de presidente honorario el escritor Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz. Jesús Aguirre, duque de Alba, dirige la sección española de Sefarad ’92. El coordinarod del proyecto, que cuenta con la ayuda de las autoridades españolas, es Mauricio Hatchwell Toledano.Entre las actualciones previstas para Sefarad ’92 se encuentra la reapertura de la Escuela de Traductores de Toledo, símbolo de la tolerancia de una época en que convivían en nuestro suelo las culturas cristiana, musulmana y judía. El proyecto, cuya presentación tendrá lugar el próximo día 13 en un acto que presidirá Su Majestad la Reina, pretende volver a poner en pie la vieja institución que hiciera célebre Alfonso X el Sabio y que tanto prestigio alcanzó en la Europa Medieval. Un Centro de Investigación y Documentación de las Tres Culturas, situado en la iglesia de San Marcos de Toledo, servirá para apoyar y fomentar las traducciones.También está prevista la restauración de monumentos o conjuntos artísticos, tales como sinagogas o barrios judíos. Sefarad ’92 se propone igualmente la elaboración, ya en marcha, de un inventario de monumentos.”[Corral, Pedro / Alcalde, Jorge: “Sefardíes o la melancolía de ser judío español”. En: ABC, 2 de junio de 1990, Madrid]●Destierro y añoranzaDos mil años de historia de un pueblo, veinte siglo de vida y creación. Vida y creación que florecieron hasta alcanzar cumbres insospechables, así podría resumirse el increíble fenómeno sefardí, sin parangón en la historia de la humanidad.Durante quince siglos, desarrolló el pueblo sefardí una cultura en España que fue la más importante en el mundo en su época para luego verse suprimida de un plumazo con la cruel expulsión de 1492. A lo largo de la historia, los judíos fueron expulsados de varios países de Europa, pero en ningún otro caso el impacto llegó a dejar en la conciencia colectiva del pueblo un impacto tan profundo y unos recuerdos tan arraigados como el drama de 1492. Esto puede sólo explicarse por la especial intensidad de la vida judía en España y por el carácter único del acervo de sus tradiciones y legado cultural.La flexibilidad cultural, la libertad intelectual, la apertura y la tolerancia fueron siempre los signos distintivos de la actitud sefardí. Nunca permitieron tales características la coexistencia en una misma comunidad de tendencias divergentes, y tal es así que tradicionalmente los sefardíes nunca fueron separados en facciones ni movimientos rivales.Tan notable cohesión se debe sin duda a su sentimiento de singularidad y hasta de superioridad. El gran Américo Castro lo definía con las siguientes palabras: «Conserva aún el sefardí cierta aristocrática altivez y suele alegar su origen hispánico como timbre nobiliario».Conservaban los sefardíes sus fuertes lazos de solidaridad: desarrollaron sistemas de educación similares, reforzaron las relaciones de toda índole entre sus comunidades dispersas y preservaron una afinidad litúrgica fundamental. Estas comunidades supieron florecer sin sacrificar sus tradiciones y constribuyeron poderosamente a la cultura y prosperidad económica de los países que les acogieron, pero lo más asombroso para el que ahonde en este tema es la preservación del legado español. La conservación del judeo-español hubiera resultado inconcebible sin los sentimientos que mantenían los sefardíes hacia España y la necesidad de aferrarse a elementos comunes y distintivos de su identidad.La manifestación más genuina del judeo-español la constituye el romancero, medi de expresión popular-literaria y religiosa, a menudo ligada a la nostalgia de la patria perdida. La creación folclórica abarca los más variados aspectos del canto, la danza, la leyenda, el refrán, la «conseja» (cuento), el chiste, la creencia supersticiosa, la tradición del homno religioso y así sucesivamente.La creación folklórica sefardí, en oposición a la nota pesimista ashkenasí, abre una espaciosa ventana hacia el gran mundo, canta el amor, las hazañas caballerescas, el goce de la vida, la existencia placentera, la bellaza de la naturaleza. Si canta tristeza es porque a menudo los desastres y las desgracias, las guerras y las persecuciones asolan a su pueblo, pero en regla general, el optimismo y la esperanza, valores anímicos típicamente sefardíes, inspiran su creación.Tuvieron que transcurrir varias décadas para llegar al punto en el que nos encontramos hoy, el de una España democrática, que asume su pasado, porque la historia no se puede cambiar, pero que está firmemente decidido a emprender una nueva etapa de convivencia y a ahondar en sus enriquecedoras raíces judías para construir una España mejor, una España que mira confiada al futuro sin olvidar las lecciones de su trayectoria pasada.”[Toledano, Samuel: “Destierro y añoranza”. En: ABC, 2 de junio de 1990, Madrid]●[Fuente: ABC, 2 de junio de 1990, Madrid]●“Lo que no se dice de Sefarad:Un recorrido por el conjunto de ensayos de Ammiel Alcalay, Memories of our Future, procura al lector avezado a una lectura plural de los estratos, complejidades y ocultamientos de las culturas del área mediterránea, un reconfortante ejercicio de honestidad y lucidez. La bella introducción biográfica en la que mezcla la evocación de los horrores del pasado con otros del presente nos facilita el acceso al espacio diverso y cambiante de los Balcanes, el Oriente Próximo y el Magreb a través de una serie de autores de identidad negada, confusa o problemática como Edmond Jabès, Derrida, Edward Saíd, Mahmud Darwish, Edouard Roditi, Anton Shammas, Abderrahman Munif, Etel Adnan, etcétera, testigos o víctimas de una historia impuesta desde fuera y cuyos efectos destructores se propagan, como en vasos comunicantes, a un tejido hecho de diversas telas, ámbito de diásporas, desarraigos y exterminios provocados por los fanatismos religiosos y nacionalismos retroactivos. Alcalay examina en su libro, sin concesiones ni sentimentalismo, las consecuencias de la política expansionista del Estado de Israel tanto en el campo de la multicentenaria cultura sefardí como en la palestina, entreverando sus reflexiones con oportunas referencias a la ausencia de autocrítica de la cultura árabe, a la historia medieval española y al allanamiento del nuevo Toledo que fue Sarajevo por obra de la mitología sangrienta de Milosevic y Karadzic.Con la accesión del judío a la condición de ciudadano con derecho a voto a lo largo del siglo XIX, la viva y compleja tradición sefardí de Kairuán, Fez, Marraquech, Alepo, Estambul, El Cairo, Saná, Sarajevo y Salónica fue marginada por el nuevo judaísmo integrado en la modernidad política, económica y cultural europea. Siglos de historia ricos en experiencias, contactos, trasvases de lenguas -el hebreo, el árabe y el ladino, pero también el portugués, beréber, turco, griego, serbio, persa, uzbeco...- quedaron aparcados en una vía muerta conforme a la visión eurocentrista de los padres fundadores del sionismo. Frente al hecho bien probado de que, durante la Edad Media y hasta bien avanzado el siglo XIX, la cultura judía fue una cultura mestiza y mediterránea, la perspectiva adoptada por el mundo oficial israelí recuerda al autor la de los responsables de otros blanqueos históricos e interesadas amnesias, tanto en España como en los Balcanes.El reinado de los Reyes Católicos no se cifra sólo en la expulsión de los judíos y la aculturación de los mudéjares: marca también el hito del desgaje de ocho siglos de cultura eurosemita del tronco de la cultura europea no obstante el papel primordial de la primera en la formación de la última. Averroes, Avicena, Maimónides perdieron de golpe, como prueba documentalmente Alain de Libera, su status magistral en las cátedras de la Sorbona e Italia y fueron apriscados en el rebaño oscuro, remoto y exótico de lo oriental. En corto: el Islam occidental y el mundo judeo-español cesaron de existir dentro de las nuevas fronteras europeas trazadas por el Renacimiento. La instauración del Santo Oficio a fin de vigilar el catolicismo sospechoso de los conversos, los frecuentes y multitudinarios autos de fe, la resolución final del “problema morisco” eran únicamente el lado visible de un fenómeno más profundo y vasto: el descuaje brutal de la presencia árabe y judía en la cultura neolatina del Medioevo originada en España. La ceguera posterior de los españoles con respecto a su propio pasado -denunciada primero por los viajeros anglosajones a la península y luego por los españoles más lúcidos, de Blanco White a Américo Castro- se fundaba, como observa con acierto Ammiel Alcalay, refiriéndose al actual Estado de Israel, en una “identidad fija e icónica, ajena a la riqueza de su propio contenido”.Si, por un lado, los criptojudíos y conversos son los primeros exponentes de la moderna angustia existencial propia de una personalidad escindida, por otro, la diáspora hebrea oriunda de la península se revigorizó con el roce fecundo con otras culturas y lenguas: su excentricidad -el punto de vista de quien se sitúa en los márgenes o en la periferia- le confieren, en efecto, un carácter único, concomitante a lo que hoy entendemos por modernidad. Así, los estudios de Américo Castro, Albert Sicroff y Márquez Villanueva sobre la espiritualidad específica, pero diversa de los cristianos nuevos alumbran con luz cruda la situación conflictiva en la que vivieron por espacio de casi dos siglos. Atrapados en el dilema impuesto por un poder eclesiástico que, al mismo tiempo que marcaba las fronteras de su hecho diferencial más allá del don „regenerador“ del bautismo les negaba la pública expresión de tal diferencia, sufrían el desgarro íntimo del intelectual del siglo XX enfrentado a la hidra del totalitarismo. El pesimismo radical de Fernando de Rojas y Mateo Alemán, la ironía de Cervantes, la amarga imprecación de fray Luis de León son manifestaciones distintas de una estrategia personal de desengaño, resistencia o huida. Si el acoso y destrucción de la clase social de los conversos retrasó por espacio de siglos el acceso de España a la modernidad intelectual, política y económica surgida en Inglaterra y Francia en los siglos XVII y XVIII, las formas literarias que originó de rechazo entre sus víctimas se adelantan en cambio a las creadas por los artistas y escritores del siglo XX y nos conceden la posibilidad de leerlas como contemporáneas nuestras. Una trama sutil une en verdad, como en un abigarrado tapiz, a los sefardíes de la diáspora con los criptojudíos españoles y portugueses y los cristianos nuevos disconformes con la rigidez opresora del nacional catolicismo hispano y el dogmatismo de una Contrarreforma que, como dice con razón Américo Castro, habría que llamar más bien Contrajudería.No obstante, el „cordón sanitario“ (Bataillon dixit) establecido por Felipe II en torno a sus reinos, las personas y bienes, los libros e ideas siguieron circulando fuera del ámbito peninsular: „en Tremecén, Sarajevo, Casablanca e incluso en el Bronx“ -escribe Alcalay- „se siguieron cantando canciones originarias de Andalucía, Castilla y Aragón; formas poéticas importadas a Córdoba desde Bagdad, perduraron y fueron innovadas en Livorno, Jerusalén, Bombay y Brooklyn. Abiertos y receptivos a las posibilidades que les brindaban los idiomas en los que se aclimataban, estos escritores [sefardíes] transformaron sus ciudades en libros y, sin volver la espalda al mundo en el que habitaban -rehusando convertir la tradición en barricada-, acogieron ávidamente el contacto de lo nuevo“. Desde autores del siglo XIII, como Benjamín de Palencia, que viajó de Castilla a Yemen, atraído por la curiosidad hacia la cultura de sus correligionarios, pasando por Francisco Delicado, Antonio Enríquez Gómez y León Hebreo, una cadena ininterrumpida de narradores y poetas sefardíes y hebreo-árabes se prolonga hasta hoy, en diferentes contextos y lenguas, encarnada en figuras contemporáneas tan significativas como Edmond Jabès, Anton Shammas y Edmond Amran El Maleh.Como apunta Ammiel Alcalay, el discurso sionista repitió, en el encuadre intelectual de fines del siglo XIX, la opción europeísta del Renacimiento y su rechazo de la cultura judeo-árabe. El estudio de la literatura hebrea „oriental“ y de la obra de escritores judíos en diversas lenguas fue dejado en barbecho, pese a que la población sefardí es un componente esencial del Estado israelí. Una mezcla de chovinismo, miopía política y paternalismo ahistórico condujo al apartamiento y ocultación de un fértil legado al que sólo puede accederse desde un planteamiento pluridisciplinar, capaz de abarcar distintas épocas, culturas y lenguas. Parafraseando a Yoram Bronowski, la literatura „oficial“ israelí, dice Alcalay, sigue estrictamente las pautas de la europea, y la obra de sus escritores más conocidos constituye un mero anexo de la de los novelistas occidentales, principalmente norteamericanos. Desde la atalaya de una supuesta superioridad, todos los escritores israelíes, ya fueren de origen marroquí, iraquí o egipcio, fueron occidentalizados por decreto y separados del entorno geográfico del Oriente Próximo: „lo ‚oriental’ existe tan sólo en términos de folclor y tradiciones añejas, no de cultura ni formas de vida“. Poco importa el hecho de que la obra de numerosos autores sefardíes, israelíes o no, desmienta tal aserto. El canon literario europeo-askenazi impone un reduccionismo crítico negador y excluyente. „Ser abreviado en la multiplicidad de nuestra posible gama de identidades -concluye Alcalay- es una forma de opresión“.Frente a este jibarismo, el autor de Memories of our Future nos recuerda que el molde estándar actualmente aplicado a los judíos de todos los países y épocas como un universal e ineludible „destino judío“ fue producto en realidad de la acción conjugada de la ideología sionista y del aterrador holocausto nazi. Toda la riqueza y variedad de la historia sefardí en el ámbito de diversas culturas y continentes cayó en una inexistencia similar a la determinada siglos atrás, en aras de la homogeneidad castiza, por los Reyes Católicos y por la invención de una Europa cortada de sus raíces semitas por los vates e inspiradores del Renacimiento. A la actual percepción de la literatura israelí como simple apéndice de la europea y estadounidense, Alcalay propone otra, a la vez más tradicional y moderna, caracterizada por su multiplicidad de raíces y su recuperación de una larga y cultivada amnesia:„Me parece que la única posibilidad de la cultura hebrea estriba en extenderse hacia atrás: en asumir el vigor y riqueza que puede acopiar del pasado al perder el miedo de obtener ese grado de libertad que se alcanza al ser ‚tradicional’. Los modernistas aluden a lo que el mundo posmoderno da por supuesto: la connivencia y correspondencia entre las máscaras africanas y Picasso, entre los azulejos persas y Mondrian. Quizás la posible veta subcultural más viva de la cultura hebrea y su más avanzada vanguardia y más extremo underground -su auténtico vínculo con el mundo exterior-yazcan ocultos en donde menos se espera encontrarlos: en el seno de la tradición. Extenderse hacia atrás significa también mirar adelante, gracias a la recuperación de cuantos textos contienen música de pastores, nómadas, almuédanos, alquimistas, matemáticos, miniaturistas, orquestas cortesanas y lira de David, la luz y el olor de todas las ciudades de Oriente Próximo escamoteadas para evocar tan sólo a Jerusalén...“Al abordar el espinoso tema de la política de colonización israelí en los territorios ocupados, Ammiel Alcalay subraya sin ambages el efecto devastador de su designio de privar a los palestinos del derecho a la memoria en nombre de un holocausto del que no son en absoluto responsables, para convertirlos en extranjeros indeseables en su propia tierra y condenarles a asistir impotentes a la ruina y transformación de su entorno. Frente a la razón religiosa y „arqueología militante“ de los partidarios del Gran Israel y su concepción de un Estado extraño a su ámbito geográfico y a las realidades históricas, Alcalay sostiene que „cualquier relación con Israel debe incluir una relación con el Oriente Próximo, los árabes, el Islam, el drama de Argelia, la censura y tortura de Egipto, el abandono de los musulmanes bosnios, los esfuerzos de reconstrucción de Beirut, el efecto de las sanciones en los niños iraquíes. No podemos seguir viajando -escribe- de acá para allá a Jerusalén y pretender que Damasco, Trípoli, Sidón, Fez y Bagdad no existen. Si nuestra existencia de judíos de la diáspora se halla ligada a Israel, es obvio que no podemos desenclavar a Israel y sus habitantes del mundo en que viven“.Los ensayos consagrados al genocidio de los musulmanes y demócratas bosnios permiten a Alcalay trazar por último un sugestivo paralelo con hechos acaecidos hace cinco siglos. La operación memoricida de los extremistas serbios y croatas tocante al pasado otomano, ¿no repite acaso la del nacional catolicismo español con respecto al legado judeoárabe? La resistencia actual en nuestros medios académicos a aceptar la existencia de una literatura mudéjar y el papel desempeñado por los conversos y cristianos nuevos en diversas ramas de la narrativa, poesía y ensayo del Siglo de Oro, ¿no muestra que, como escribe el bosniocroata Ivan Lovrenic refiriéndose a la ex Federación Yugoeslava, nuestra cultura -¡y la cultura oficial de Israel!- tienen también „un grave problema tocante al reconocimiento de su propio contenido y de su valor; en otras palabras, que padece de un grave problema de autorreconocimiento no alcanza a integrar sus propias diferencias?“La identidad icónica -ya sea española, serbia, israelí, turca o griega- ¿no será una tentativa de enmascarar las vacilaciones e interrogantes subyacentes en ella? A la luz de tantos escamoteos y genealogías falsas, los intelectuales libres de anteojeras nacionalistas y religiosas excluyentes y míticas deben concluir, con la honestidad y rigor de Alcalay, que su patria, como descubrió en su día Cervantes, es el feraz territorio de la duda.”[Goytisolo, Juan: “Lo que no se dice de Sefarad”. En: EL PAÍS – Martes 21 diciembre]●„La actualidad de estos judíos españoles sin patria, que fueron expulsados de los distintos reinos de «Sefarad» a partir dels iglo XIV por las autoridades cristianas y que fueron a dar con sus huesos y su cultura en numerosos países de Asia, África, América y Europa, es muy poco alentadora.Tras el holocausto nazi y el final de la Segunda Guerra Mundial, las grandes comunidades sefarditas hispanófonas, inclusa las balcánicas y norteafricanas, desaparecieron casi por completo, emigrando la mayoría de sus supervivientes al recién nacido Estado de Israel. Fue en este estado donde precisamente los sefardíes perdieron casi todas sus esencias, su cultura viva y su memoria. Incluso el vocablo sefardí adquirió una significación bien distinta y hasta aberrante al designar también al judaísmo oriental. Una nueva significación ésta poco alentadora, que como ha señalado el profesor Isaac Guershon, viene a identificar al sefardí con el ciudadano que pertenece a las clases más bajas de la sociedad.El mundo sefardita, muy disminuido demográficamente en nuetros días después de siglos de destierro, desprecio y manipulción histórica, agoniza sobre todo culturalmente, incluso en uno de sus últimos bastiones, el Nuevo Mundo, donde muchos tratan de hacer renacer de sus cenizas el fénix sefardí, tarea ésta cada día más difícil en un mundo allanado por los fenómenos de comunicación de masases la lengua materna de los sefardíes o sefaradíes (La palabra viene de Sefarad, el nombre hebreo para España), judíos españoles y sus descendientes. Como todo el mundo sabe, el año 1492 es señalado no sólo por el gran descubrimiento del Nuevo Mundo, la colaboración de la primera gramática de la lengua castellana, sino también por el acto anti-semitista de los Reyes Católicos: la expulsión de España de los judíos non-conversos al cristianismo. Estos judíos desterrados fueron acogidos principalmente por tres países: un país cristiano, Portugal y dos países islámicos, Marruecos y Turquía. Pero en 1497 la Corona Portuguesa decretó “o bautismo o expulsión” siguiendo el ejemplo de España. Muchos de estos judíos español-lusitanos se trasladaron a Inglaterra, Bohemia, algunos estados italianos y sobre todo los Países Bajos. Y con la expansión de la colonización, algunos sefardíes llegaron incluso al Nuevo Mundo. Así es que hasta hoy los sefardíes se diepersan por todo el mundo, su distribución geográfica abarca cuatro continentes: Europa, África, Asia y América. Los judíos españoles habían escrito en lengua castellana desde que hubo literatura. Los redactores de buena parte de la prosa de Alfonso X el sabio, fueron judíos. El autor de la famosísima La Celestina, Fernando de Rojas, también fue un judío. Pero el lenguaje de los judíos españoles, aún desde la Edad Media, tenía peculiaridades atribuibles al carácter restringido de su comunidad, por motivos religiosos y tradición hebrea. El judeo-español en la literatura, sobre todo, en las versiones bíblicas, se diferencia del judeo-español en el habla en que es un lenguaje híbrido de español y hebreo. Este lenguje artificioso recibe la designación de “ladino” mientras que “el judesmo” se refiere al judeo-español de uso general. La característica más notable del judeo-español es su extraordinario arcaísmo tanto en el sistema fonológico como en las formas gramaticales. Una posible causa consiste en que la diáspora de los judíos hispanos comenzó con la matanza de 1391, un siglo antes de la expulsión, y por eso el judeo-español no participó en las principales transformaciones del castellano en el Norte de la Península, que ocurrieron hacia1400, sin embargo, acogió otras transformaciones en el Sur de España, por ejemplo, comparte el seseo-çeçeo y el yeísmo con el español andaluz y su expansión atlántica. Una muestra del arcaísmo del judeo-español es que, por ejemplo, se desconocen vuestra merced y usted. Para tratamiento de respeto se usan vos en Marruecos y él, eya en Oriente. El judeo-español también ha sufrido influencias de los dialectos de España. En su vocabulario existen muchas palabras de origen dialectal, por ejemplo, ainda(aún) de gallego, lonso(oso) de aragonés, samarada(llamarada) de leonés, y anozar(enojar) de portugués. El judeo-español también tiene inovaciones. El del norte de África ha recibido influencia del árabe y el español moderno, el del Oriente abunda en palabras griegas, turcas y aun eslavas. Además, la expresión culta muestra gran abundancia de galicismos e italianismos. Como una variedad de la lengua castellana, el judeo-español es muy importante por haber conservado muchas características arcaicas que han desaparecido del español moderno, y también por su inevitable destino de decadencia debido a la asimilación de y la mezcla con diferentes culturas.”del español. Madrid: Aguilar, 1964, p. 459]●“Sefadíes o la melancolía de ser judío españolEl nombre de Sefarad, como es denominada España en lengua hebrea, despierta en gentes de Estambul o de Nueva York, de Sofía o de Caracas, el vago recuerdo de una casa abandonada precipitadamente bajo la noche. Por eso muchas de estas gentes, descendientes de los judíos españoles expulsados en 1492, conservan las viejas llaves de los hogares de sus antepasados en España. Se ha escrito que jamás una nación ha tenido unos hijos tan fieles como ellos, que después de quinientos años de exilio siguen llamándose «sefardíes» (españoles) y mantienen celosamente el idioma y las costumbres de sus orígenes. En la cocina y en los lances de amor, en las fiestas y en las ceremonias religiosas, los sefardíes viven todavía la melancolía de ser españoles.La fidelidad a la vieja Sefarad de estos «españoles sin patria», como se les ha llamado a los sefardíes, ha sido reconocida esta semana con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, una decisión animada por el deseo de contribuir «después de cinco siglo de alejamiento, al proceso de concordia ya iniciado, que convoca a las comunidades sefardíes al reencuentro con sus orígenes, abriéndose para siempre las puertas de su antiguo país», según destacaba el acta del Jurado.El galardón confirma así una voluntad de reencuentro expresada por diversos estamentos y personalidades desde mucho antes del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre España e Israel. Los sefardíes, como han reconocido muchos historiadores, entre ellos Américo Castro, han sido siempre un testimonio vivo de una de las decisiones más injustas y erróneas de la historia de nuestro país. La permanente fidelidad sefardí a la tierra de la que fueron expulsados, ha ahondado aún más la sensación de irracionalidad que rodea a los motivos de su expulsión, provocada por la intención unificadora de los Reyes Católicos en lo geográfico, cultural y religioso.Esa decisión pasó por alto, como ha señalado el rabino sefardí José Faur, uno de los más destacados expertos en sefardismo, que los judíos españoles en sí eran un elemento unificador. La palabra «Sefarad» no tiene un significado religioso, sino geográfico. Es la primera palabra que tiene una connotación de unidad de toda la Península. «El sefardí – según José Faur – tenía en pleno siglo X un concepto de la unidad peninsular, pero creía que lo que debía unir a todo español era el concepto geográfico en un pluralismo religioso y cultural».El problema que planteaban los sefarditas hace quienientos años se aplazó con su expulsión, considerada por muchos una de las causas del declive del esplendor que en muchos campos había vivido España hasta entonces. La economía, la ciencia y la cultura, donde resonaban desde el siglo X los nombres de Maimónides, Salomón Ibn Gabirol, Judá Halevi, o tantos otros pensadores, científicos y poetas, pagaron su precio por las pretensiones unificadoras.Las cifras sobre los sefardíes que abandonaron España en el año del Descubrimiento oscilan entre los cien mil y los cuatrocientos mil. Sus primeros destinos fueron el Norte de África y Portugal. Más tarde se dispersarían por toda la cuenca del Mediterráneo, creando grandes comunidades en los Balcanes y Asia Menor. El Nuevo Mundo atrajo también a los sefardíes, que desempeñaron un importante papel en la colonización de algunos países, como Brasil. En nuestro siglo, las dos guerras mundiales, la persecución nazi y la creación del Estado de Israel fueron elementos decisivos en el último proceso de la diáspora sefardí.Según la Asociación Sefardita de Jerusalén, hoy viven en nuestro país quince mil sefardíes. Los sefardíes suman en todo el mndo un millón y medio. La comunidad más importante es la de Israel, con cuatrocientos mil. En este país existen medios de comunicación que utilizan el idioma judeo-español, también conicodo como ladino cuando se refiere al lenguaje litúrgico, como la revista «Akir Yerushalayim» o algunas emisiones de Radio Israel, ambos dirigidos por Moshe Shaul, colaborador de ABC. En Estambul también se edita un diario en judeo-español, «Shalom». Otras grandes comunidades son la de Estados Unidos, con cien mil personas, y la de Iberoamérica, que suma otras cien mil repartidas entre México, Venezuela, Panamá, Perú, Argentina o Brasil.El gran peso de los sefardíes en la comunidad judía internacional ha motivado la incorporación de los judíos no sefardíes bajo esta denominación. Teniendo en cuenta a estos últimos, que han asimilado las costumbres sefardíes sin tener nexo histórico con los judíos expulsados de España, algunos cálculos hablan de una comunidad sefardí de entre cuatro y cinco millones de personas. En París está la sede de la Federación Mundial Sefardita, a la que están incorporadas asociaciones sefardíes de todo el mundo.Los sefardíes luchan hoy por preservar su identidad frente al proceso de homogeneización cultural, que afecta principalmente a su idioma, donde se mantiene viva la memoria de sus raíces. El judeo-español, un castellano anterior a las reglas fonéticas y ortográficas del Siglo de Oro con mezcla de hebreo y otras lenguas, ya no lo hablan los jóvenes, aunque son capaces de entenderlo. En los últimos años se han realizado algunos esfuerzos por mantener la lengua e intentar que no quede reducida al ámbito familiar o a las personas de mayor edad. En 1989, un colegio israelí la incluyó en su programa de bachillerato. Actualmente también pueden cursarse estudios de judeo-español en la Universidad hebrea de Jerusalén y en la Soborna de París. El propio Moshe Shaul ha dirigido recientemente una importante investigación destinada a recopilar el cancionero sefardí, herencia singular de la presencia de este pueblo en nuestras tierras.La fecha de 1992 es también un referente esencial para la comunidad sefardí y la judía en general. Junto con la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento, se celebra en ese año los quinientos años de la expulsión de España de los judíos. Ya está en marcha el proyecto Sefarad ’92, que trabaja en todo el mundo para que la efémeride no pase desapercibida y pueda dar a conocer la aportación judía a la cultura hispánica. El proyecto está integrado dentro de los actos del V Centenario y cuenta con la colaboración de un comité internacional presidido por un sefardí ilustre, Isaac Navon, y en el que ocupa el cargo de presidente honorario el escritor Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz. Jesús Aguirre, duque de Alba, dirige la sección española de Sefarad ’92. El coordinarod del proyecto, que cuenta con la ayuda de las autoridades españolas, es Mauricio Hatchwell Toledano.Entre las actualciones previstas para Sefarad ’92 se encuentra la reapertura de la Escuela de Traductores de Toledo, símbolo de la tolerancia de una época en que convivían en nuestro suelo las culturas cristiana, musulmana y judía. El proyecto, cuya presentación tendrá lugar el próximo día 13 en un acto que presidirá Su Majestad la Reina, pretende volver a poner en pie la vieja institución que hiciera célebre Alfonso X el Sabio y que tanto prestigio alcanzó en la Europa Medieval. Un Centro de Investigación y Documentación de las Tres Culturas, situado en la iglesia de San Marcos de Toledo, servirá para apoyar y fomentar las traducciones.También está prevista la restauración de monumentos o conjuntos artísticos, tales como sinagogas o barrios judíos. Sefarad ’92 se propone igualmente la elaboración, ya en marcha, de un inventario de monumentos.”[Corral, Pedro / Alcalde, Jorge: “Sefardíes o la melancolía de ser judío español”. En: ABC, 2 de junio de 1990, Madrid]●Destierro y añoranzaDos mil años de historia de un pueblo, veinte siglo de vida y creación. Vida y creación que florecieron hasta alcanzar cumbres insospechables, así podría resumirse el increíble fenómeno sefardí, sin parangón en la historia de la humanidad.Durante quince siglos, desarrolló el pueblo sefardí una cultura en España que fue la más importante en el mundo en su época para luego verse suprimida de un plumazo con la cruel expulsión de 1492. A lo largo de la historia, los judíos fueron expulsados de varios países de Europa, pero en ningún otro caso el impacto llegó a dejar en la conciencia colectiva del pueblo un impacto tan profundo y unos recuerdos tan arraigados como el drama de 1492. Esto puede sólo explicarse por la especial intensidad de la vida judía en España y por el carácter único del acervo de sus tradiciones y legado cultural.La flexibilidad cultural, la libertad intelectual, la apertura y la tolerancia fueron siempre los signos distintivos de la actitud sefardí. Nunca permitieron tales características la coexistencia en una misma comunidad de tendencias divergentes, y tal es así que tradicionalmente los sefardíes nunca fueron separados en facciones ni movimientos rivales.Tan notable cohesión se debe sin duda a su sentimiento de singularidad y hasta de superioridad. El gran Américo Castro lo definía con las siguientes palabras: «Conserva aún el sefardí cierta aristocrática altivez y suele alegar su origen hispánico como timbre nobiliario».Conservaban los sefardíes sus fuertes lazos de solidaridad: desarrollaron sistemas de educación similares, reforzaron las relaciones de toda índole entre sus comunidades dispersas y preservaron una afinidad litúrgica fundamental. Estas comunidades supieron florecer sin sacrificar sus tradiciones y constribuyeron poderosamente a la cultura y prosperidad económica de los países que les acogieron, pero lo más asombroso para el que ahonde en este tema es la preservación del legado español. La conservación del judeo-español hubiera resultado inconcebible sin los sentimientos que mantenían los sefardíes hacia España y la necesidad de aferrarse a elementos comunes y distintivos de su identidad.La manifestación más genuina del judeo-español la constituye el romancero, medi de expresión popular-literaria y religiosa, a menudo ligada a la nostalgia de la patria perdida. La creación folclórica abarca los más variados aspectos del canto, la danza, la leyenda, el refrán, la «conseja» (cuento), el chiste, la creencia supersticiosa, la tradición del homno religioso y así sucesivamente.La creación folklórica sefardí, en oposición a la nota pesimista ashkenasí, abre una espaciosa ventana hacia el gran mundo, canta el amor, las hazañas caballerescas, el goce de la vida, la existencia placentera, la bellaza de la naturaleza. Si canta tristeza es porque a menudo los desastres y las desgracias, las guerras y las persecuciones asolan a su pueblo, pero en regla general, el optimismo y la esperanza, valores anímicos típicamente sefardíes, inspiran su creación.Tuvieron que transcurrir varias décadas para llegar al punto en el que nos encontramos hoy, el de una España democrática, que asume su pasado, porque la historia no se puede cambiar, pero que está firmemente decidido a emprender una nueva etapa de convivencia y a ahondar en sus enriquecedoras raíces judías para construir una España mejor, una España que mira confiada al futuro sin olvidar las lecciones de su trayectoria pasada.”[Toledano, Samuel: “Destierro y añoranza”. En: ABC, 2 de junio de 1990, Madrid]●[Fuente: ABC, 2 de junio de 1990, Madrid]●“Lo que no se dice de Sefarad:Un recorrido por el conjunto de ensayos de Ammiel Alcalay, Memories of our Future, procura al lector avezado a una lectura plural de los estratos, complejidades y ocultamientos de las culturas del área mediterránea, un reconfortante ejercicio de honestidad y lucidez. La bella introducción biográfica en la que mezcla la evocación de los horrores del pasado con otros del presente nos facilita el acceso al espacio diverso y cambiante de los Balcanes, el Oriente Próximo y el Magreb a través de una serie de autores de identidad negada, confusa o problemática como Edmond Jabès, Derrida, Edward Saíd, Mahmud Darwish, Edouard Roditi, Anton Shammas, Abderrahman Munif, Etel Adnan, etcétera, testigos o víctimas de una historia impuesta desde fuera y cuyos efectos destructores se propagan, como en vasos comunicantes, a un tejido hecho de diversas telas, ámbito de diásporas, desarraigos y exterminios provocados por los fanatismos religiosos y nacionalismos retroactivos. Alcalay examina en su libro, sin concesiones ni sentimentalismo, las consecuencias de la política expansionista del Estado de Israel tanto en el campo de la multicentenaria cultura sefardí como en la palestina, entreverando sus reflexiones con oportunas referencias a la ausencia de autocrítica de la cultura árabe, a la historia medieval española y al allanamiento del nuevo Toledo que fue Sarajevo por obra de la mitología sangrienta de Milosevic y Karadzic.Con la accesión del judío a la condición de ciudadano con derecho a voto a lo largo del siglo XIX, la viva y compleja tradición sefardí de Kairuán, Fez, Marraquech, Alepo, Estambul, El Cairo, Saná, Sarajevo y Salónica fue marginada por el nuevo judaísmo integrado en la modernidad política, económica y cultural europea. Siglos de historia ricos en experiencias, contactos, trasvases de lenguas -el hebreo, el árabe y el ladino, pero también el portugués, beréber, turco, griego, serbio, persa, uzbeco...- quedaron aparcados en una vía muerta conforme a la visión eurocentrista de los padres fundadores del sionismo. Frente al hecho bien probado de que, durante la Edad Media y hasta bien avanzado el siglo XIX, la cultura judía fue una cultura mestiza y mediterránea, la perspectiva adoptada por el mundo oficial israelí recuerda al autor la de los responsables de otros blanqueos históricos e interesadas amnesias, tanto en España como en los Balcanes.El reinado de los Reyes Católicos no se cifra sólo en la expulsión de los judíos y la aculturación de los mudéjares: marca también el hito del desgaje de ocho siglos de cultura eurosemita del tronco de la cultura europea no obstante el papel primordial de la primera en la formación de la última. Averroes, Avicena, Maimónides perdieron de golpe, como prueba documentalmente Alain de Libera, su status magistral en las cátedras de la Sorbona e Italia y fueron apriscados en el rebaño oscuro, remoto y exótico de lo oriental. En corto: el Islam occidental y el mundo judeo-español cesaron de existir dentro de las nuevas fronteras europeas trazadas por el Renacimiento. La instauración del Santo Oficio a fin de vigilar el catolicismo sospechoso de los conversos, los frecuentes y multitudinarios autos de fe, la resolución final del “problema morisco” eran únicamente el lado visible de un fenómeno más profundo y vasto: el descuaje brutal de la presencia árabe y judía en la cultura neolatina del Medioevo originada en España. La ceguera posterior de los españoles con respecto a su propio pasado -denunciada primero por los viajeros anglosajones a la península y luego por los españoles más lúcidos, de Blanco White a Américo Castro- se fundaba, como observa con acierto Ammiel Alcalay, refiriéndose al actual Estado de Israel, en una “identidad fija e icónica, ajena a la riqueza de su propio contenido”.Si, por un lado, los criptojudíos y conversos son los primeros exponentes de la moderna angustia existencial propia de una personalidad escindida, por otro, la diáspora hebrea oriunda de la península se revigorizó con el roce fecundo con otras culturas y lenguas: su excentricidad -el punto de vista de quien se sitúa en los márgenes o en la periferia- le confieren, en efecto, un carácter único, concomitante a lo que hoy entendemos por modernidad. Así, los estudios de Américo Castro, Albert Sicroff y Márquez Villanueva sobre la espiritualidad específica, pero diversa de los cristianos nuevos alumbran con luz cruda la situación conflictiva en la que vivieron por espacio de casi dos siglos. Atrapados en el dilema impuesto por un poder eclesiástico que, al mismo tiempo que marcaba las fronteras de su hecho diferencial más allá del don „regenerador“ del bautismo les negaba la pública expresión de tal diferencia, sufrían el desgarro íntimo del intelectual del siglo XX enfrentado a la hidra del totalitarismo. El pesimismo radical de Fernando de Rojas y Mateo Alemán, la ironía de Cervantes, la amarga imprecación de fray Luis de León son manifestaciones distintas de una estrategia personal de desengaño, resistencia o huida. Si el acoso y destrucción de la clase social de los conversos retrasó por espacio de siglos el acceso de España a la modernidad intelectual, política y económica surgida en Inglaterra y Francia en los siglos XVII y XVIII, las formas literarias que originó de rechazo entre sus víctimas se adelantan en cambio a las creadas por los artistas y escritores del siglo XX y nos conceden la posibilidad de leerlas como contemporáneas nuestras. Una trama sutil une en verdad, como en un abigarrado tapiz, a los sefardíes de la diáspora con los criptojudíos españoles y portugueses y los cristianos nuevos disconformes con la rigidez opresora del nacional catolicismo hispano y el dogmatismo de una Contrarreforma que, como dice con razón Américo Castro, habría que llamar más bien Contrajudería.No obstante, el „cordón sanitario“ (Bataillon dixit) establecido por Felipe II en torno a sus reinos, las personas y bienes, los libros e ideas siguieron circulando fuera del ámbito peninsular: „en Tremecén, Sarajevo, Casablanca e incluso en el Bronx“ -escribe Alcalay- „se siguieron cantando canciones originarias de Andalucía, Castilla y Aragón; formas poéticas importadas a Córdoba desde Bagdad, perduraron y fueron innovadas en Livorno, Jerusalén, Bombay y Brooklyn. Abiertos y receptivos a las posibilidades que les brindaban los idiomas en los que se aclimataban, estos escritores [sefardíes] transformaron sus ciudades en libros y, sin volver la espalda al mundo en el que habitaban -rehusando convertir la tradición en barricada-, acogieron ávidamente el contacto de lo nuevo“. Desde autores del siglo XIII, como Benjamín de Palencia, que viajó de Castilla a Yemen, atraído por la curiosidad hacia la cultura de sus correligionarios, pasando por Francisco Delicado, Antonio Enríquez Gómez y León Hebreo, una cadena ininterrumpida de narradores y poetas sefardíes y hebreo-árabes se prolonga hasta hoy, en diferentes contextos y lenguas, encarnada en figuras contemporáneas tan significativas como Edmond Jabès, Anton Shammas y Edmond Amran El Maleh.Como apunta Ammiel Alcalay, el discurso sionista repitió, en el encuadre intelectual de fines del siglo XIX, la opción europeísta del Renacimiento y su rechazo de la cultura judeo-árabe. El estudio de la literatura hebrea „oriental“ y de la obra de escritores judíos en diversas lenguas fue dejado en barbecho, pese a que la población sefardí es un componente esencial del Estado israelí. Una mezcla de chovinismo, miopía política y paternalismo ahistórico condujo al apartamiento y ocultación de un fértil legado al que sólo puede accederse desde un planteamiento pluridisciplinar, capaz de abarcar distintas épocas, culturas y lenguas. Parafraseando a Yoram Bronowski, la literatura „oficial“ israelí, dice Alcalay, sigue estrictamente las pautas de la europea, y la obra de sus escritores más conocidos constituye un mero anexo de la de los novelistas occidentales, principalmente norteamericanos. Desde la atalaya de una supuesta superioridad, todos los escritores israelíes, ya fueren de origen marroquí, iraquí o egipcio, fueron occidentalizados por decreto y separados del entorno geográfico del Oriente Próximo: „lo ‚oriental’ existe tan sólo en términos de folclor y tradiciones añejas, no de cultura ni formas de vida“. Poco importa el hecho de que la obra de numerosos autores sefardíes, israelíes o no, desmienta tal aserto. El canon literario europeo-askenazi impone un reduccionismo crítico negador y excluyente. „Ser abreviado en la multiplicidad de nuestra posible gama de identidades -concluye Alcalay- es una forma de opresión“.Frente a este jibarismo, el autor de Memories of our Future nos recuerda que el molde estándar actualmente aplicado a los judíos de todos los países y épocas como un universal e ineludible „destino judío“ fue producto en realidad de la acción conjugada de la ideología sionista y del aterrador holocausto nazi. Toda la riqueza y variedad de la historia sefardí en el ámbito de diversas culturas y continentes cayó en una inexistencia similar a la determinada siglos atrás, en aras de la homogeneidad castiza, por los Reyes Católicos y por la invención de una Europa cortada de sus raíces semitas por los vates e inspiradores del Renacimiento. A la actual percepción de la literatura israelí como simple apéndice de la europea y estadounidense, Alcalay propone otra, a la vez más tradicional y moderna, caracterizada por su multiplicidad de raíces y su recuperación de una larga y cultivada amnesia:„Me parece que la única posibilidad de la cultura hebrea estriba en extenderse hacia atrás: en asumir el vigor y riqueza que puede acopiar del pasado al perder el miedo de obtener ese grado de libertad que se alcanza al ser ‚tradicional’. Los modernistas aluden a lo que el mundo posmoderno da por supuesto: la connivencia y correspondencia entre las máscaras africanas y Picasso, entre los azulejos persas y Mondrian. Quizás la posible veta subcultural más viva de la cultura hebrea y su más avanzada vanguardia y más extremo underground -su auténtico vínculo con el mundo exterior-yazcan ocultos en donde menos se espera encontrarlos: en el seno de la tradición. Extenderse hacia atrás significa también mirar adelante, gracias a la recuperación de cuantos textos contienen música de pastores, nómadas, almuédanos, alquimistas, matemáticos, miniaturistas, orquestas cortesanas y lira de David, la luz y el olor de todas las ciudades de Oriente Próximo escamoteadas para evocar tan sólo a Jerusalén...“Al abordar el espinoso tema de la política de colonización israelí en los territorios ocupados, Ammiel Alcalay subraya sin ambages el efecto devastador de su designio de privar a los palestinos del derecho a la memoria en nombre de un holocausto del que no son en absoluto responsables, para convertirlos en extranjeros indeseables en su propia tierra y condenarles a asistir impotentes a la ruina y transformación de su entorno. Frente a la razón religiosa y „arqueología militante“ de los partidarios del Gran Israel y su concepción de un Estado extraño a su ámbito geográfico y a las realidades históricas, Alcalay sostiene que „cualquier relación con Israel debe incluir una relación con el Oriente Próximo, los árabes, el Islam, el drama de Argelia, la censura y tortura de Egipto, el abandono de los musulmanes bosnios, los esfuerzos de reconstrucción de Beirut, el efecto de las sanciones en los niños iraquíes. No podemos seguir viajando -escribe- de acá para allá a Jerusalén y pretender que Damasco, Trípoli, Sidón, Fez y Bagdad no existen. Si nuestra existencia de judíos de la diáspora se halla ligada a Israel, es obvio que no podemos desenclavar a Israel y sus habitantes del mundo en que viven“.Los ensayos consagrados al genocidio de los musulmanes y demócratas bosnios permiten a Alcalay trazar por último un sugestivo paralelo con hechos acaecidos hace cinco siglos. La operación memoricida de los extremistas serbios y croatas tocante al pasado otomano, ¿no repite acaso la del nacional catolicismo español con respecto al legado judeoárabe? La resistencia actual en nuestros medios académicos a aceptar la existencia de una literatura mudéjar y el papel desempeñado por los conversos y cristianos nuevos en diversas ramas de la narrativa, poesía y ensayo del Siglo de Oro, ¿no muestra que, como escribe el bosniocroata Ivan Lovrenic refiriéndose a la ex Federación Yugoeslava, nuestra cultura -¡y la cultura oficial de Israel!- tienen también „un grave problema tocante al reconocimiento de su propio contenido y de su valor; en otras palabras, que padece de un grave problema de autorreconocimiento no alcanza a integrar sus propias diferencias?“La identidad icónica -ya sea española, serbia, israelí, turca o griega- ¿no será una tentativa de enmascarar las vacilaciones e interrogantes subyacentes en ella? A la luz de tantos escamoteos y genealogías falsas, los intelectuales libres de anteojeras nacionalistas y religiosas excluyentes y míticas deben concluir, con la honestidad y rigor de Alcalay, que su patria, como descubrió en su día Cervantes, es el feraz territorio de la duda.”[Goytisolo, Juan: “Lo que no se dice de Sefarad”. En: EL PAÍS – Martes 21 diciembre 1999 - Nº 1327]●„La actualidad de estos judíos españoles sin patria, que fueron expulsados de los distintos reinos de «Sefarad» a partir dels iglo XIV por las autoridades cristianas y que fueron a dar con sus huesos y su cultura en numerosos países de Asia, África, América y Europa, es muy poco alentadora.Tras el holocausto nazi y el final de la Segunda Guerra Mundial, las grandes comunidades sefarditas hispanófonas, inclusa las balcánicas y norteafricanas, desaparecieron casi por completo, emigrando la mayoría de sus supervivientes al recién nacido Estado de Israel. Fue en este estado donde precisamente los sefardíes perdieron casi todas sus esencias, su cultura viva y su memoria. Incluso el vocablo sefardí adquirió una significación bien distinta y hasta aberrante al designar también al judaísmo oriental. Una nueva significación ésta poco alentadora, que como ha señalado el profesor Isaac Guershon, viene a identificar al sefardí con el ciudadano que pertenece a las clases más bajas de la sociedad.El mundo sefardita, muy disminuido demográficamente en nuetros días después de siglos de destierro, desprecio y manipulción histórica, agoniza sobre todo culturalmente, incluso en uno de sus últimos bastiones, el Nuevo Mundo, donde muchos tratan de hacer renacer de sus cenizas el fénix sefardí, tarea ésta cada día más difícil en un mundo allanado por los fenómenos de comunicación de masas

Lenguas judeorromances

Las lenguas judeorromances son las lenguas derivadas de las lenguas romances, habladas por varias comunidades judías, y alteradas hasta tal punto que obtuvieron reconocimiento como lenguas propias, aglutinándose en el numeroso grupo de lenguas judíasIdiomas Judeocatalán ]
El
judeocatalán (a veces denominado también catalánico) fue hablado por los emigrantes de 1492 de las comunidades judías del norte y este de España, en Cataluña, así como en las Islas Baleares. Hoy extinguido sin saberse a ciencia cierta cuando dejó de hablarse.

JudeoitalianoLas variedades de judeoitaliano (a veces llamado Italkiano, un término acuñado por Solomon Birnbaum en 1942) son habladas fluidamente por menos de 200 personas. Estos hablantes representan el último remanente de la amplia variedad de dialectos judeoitalianos hablados en Italia, Corfú y sobre las costas orientales del Adriático y el Mar Jónico.

Judeoaragonés El judeoaragonés era hablado en el norte centro de España alrededor de mediados del siglo VIII hasta la expulsión de los judíos de España en 1492, cuando se fusionó con los otros dialectos judeoespañoles, o cayó en desuso en favor por los dialectos judeoespañoles del sur, que eran más hablados, especialmente en las áreas ocupadas por las actuales Comunidad Valenciana, Región de Murcia y Andalucía.

Judeolatín o La'azConocido como judeolatín vulgar o judeoromance, el judeolatín cubría un amplio rango geográfico y tenía diversas variedades por cada comunidad específica de comunidades judías en el Imperio Romano.

Judeoportugués o LusitánicoEl judeoportugués es el idioma hablado por la pequeña población criptojudía de Portugal. Como muchas de las lenguas judías, preserva varios arcaísmos que ya no existen en el idioma portugués. Aún existe, principalmente en forma vestigial, en el lenguaje de comunidades criptojudías en Portugal continental, principalmente en Belmonte en el norte, y en Algarve.

Judeoespañol o LadinoConocido por muchos nombres y con una gran variedad de dialectos, el judeoespañol es el descendiente moderno del idioma español hablado por los sefardíes, descendientes de una grande e influyente población judía en España, antes de su expulsión en 1492.

judeoespañol calcoEl Judeoespañol calco es una lengua de uso exclusivamente escrito empleada en la traducción de textos sagrados.

Judeoprovenzal o Shuadit El shuadit o judeoprovenzal era el idioma occitano influenciado por el idioma hebreo que se extendía no sólo en Provenza, sino en el sur de Francia en la Edad Media. Exhibía un número único de cambios en fonemas de palabras tomadas del hebreo.

Judeofrancés o ZarfáticoEl zarfático o judeofrancés, era una lengua judía hablada en el norte de Francia, los Países Bajos y el oeste de Alemania.

Historia y evolución La evolución exacta de las lenguas judeorromances no es clara. Una teoría sugiere que todas las lenguas fueron descendientes del judeolatín, y que se desarrollaron de manera paralela a las lenguas derivadas del latín o que son ramificaciones independientes de cada comunidad lingüística. Otra teoría sugiere que algunas lenguas judeorromances como el zarfático, el shuadit, italkiano y catalánico son descendientes del judeolatín, pero que otros como el zarfático, catalánico, ladino y judeoportugués son producto de una evolución independiente.

Estado actualEl judeolatín, zarfático, shuadit, judeocatalán y judeoaragonés son ahora lenguas muertas. El judeolatín desapareció desde tiempos antiguos, el zarfático y judeoaragonés en la Edad Media, y el shuadit desapareció en 1977 con la muerte de su último hablante. No está claro cuando desapareció el judeocatalán.
El judeoportugués permanece principalmente como vestigio en el lenguaje de pequeñas comunidades criptojudías de la
Península Ibérica.
El italkiano, que era hablado hace dos generaciones atrás por algo más de 5.000 italianos judíos, es ahora hablado por menos de 200, la mayoría ancianos.
El ladino es el idioma judeorromance más hablado, es la lengua de las comunidades sefardíes del
Magreb, en el norte de África y en el Medio Oriente, especialmente en Turquía e Israel, el cual es hablado por más de 150.000 personas, en su gran mayoría son al menos bilingües.
Como muchas lenguas judías, el futuro de las lenguas judeorromances es incierta. Con la predominancia del
idioma hebreo como el medio de comunicación entre las comunidades judías del Medio Oriente, y el aumento del uso del inglés, la situación parece desoladora.
LADINO.
Los judíos sefardíes, especialmente en Turquía, Grecia y algunas comunidades de Jerusalén y la península balcánica, hablan una lengua propia, heredada en parte de aquellos judíos que salieron de España en 1492 y ya completamente conformada, durante los últimos quinientos años, por los rabinos y eruditos descendientes de judíos españoles establecidos en otros países. Esta lengua se llama Ladino, aunque también se la conoce como Djudezmo, espanyolit o Djuidio.
La palabra Ladino, antes que una nominación que se hace de una lengua, quiere decir traducido. Ladino viene del verbo enladinar, traducir, y tiene su origen en los trabajos hechos por los judíos, moros y cristianos que trabajaban en las escuelas de Traducción de Toledo, en los tiempos de Alfonso X, el sabio. Al traducir los clásicos del hebreo, el griego y el árabe a la lengua local de entonces, los enladinizaban. Se dice que fueron los judíos los primeros en llevar a la lengua castellana los clásicos literarios y científicos antiguos. Esto les valió de muchas criticas porque vulgarizaban los textos clásicos al traducirlos a una lengua inferior (la popular) y no a una superior, el Latín, adecuada para expresar nociones complejas.
Ladino quiere decir, entonces, traducido a la lengua del pueblo (en el caso de los judíos sefardíes, de la
comunidad), que es incluyente y de uso diario. Y que remite a una historia común y a un inconsciente colectivo de fácil significación y entendimiento, algo muy importante para la comunidad hebrea donde el individuo no existe sino el colectivo. No hay un judío sino unos judíos que se unen no sólo a través de tradiciones, creencias y liturgias sino mediante una lengua común, elemento básico de comunicación.
Pero el Ladino, a pesar de ser una lengua autónoma, no estuvo exenta de contaminaciones o de palabras traídas de otra lengua (en especial del hebreo) que dotaran de más sentido al entorno y la cotidianidad, las festividades religiosas y los encuentros sociales. En Turquía, Grecia y los Balcanes, los lugares donde existe más cantidad de ladino-hablantes, el ladino adoptó palabras de estos países y las ladinizó, es decir, les dio una sonoridad ladina, lo que llevó a que el ladino se enriqueciera en lugar de perecer por efecto de asimilación. Algo similar sucedió con el Yidisch, la lengua de los judíos de Europa Oriental. Vale la pena anotar que la pronunciación del hebreo moderno tiene la dicción sefardí, que lleva a que cada letra tenga su equivalente de
sonido correcto al judeo-español.

Ladino, Españolit, Djudezmo, Judeo-español:
Kuando yo era una kriatura i rumpia un kristal en djugando mi nona me araviava i me diziya 'ladino, ke sos un ladino'. Eya no savia el orijin de esta palavra, ma la uzava. Ladino era el djudio o arabo ke trezladava tekstos a la lingua latina, es dizir ke 'ladinava', de modo ke al empesijo esta palavra dezinyava una
persona intelijente. Despues la Istoria izo ke dezinyara al djudio. En la aktualidad en Espanya sinyifika ken es intelijente ama ovra mal.
Tomado de una correspondencia.
En España, cuando se menciona la palabra ladino, ésta tiene interpretaciones variadas: Romance castellano antiguo, lengua de extranjeros, indio que habla castellano, individuo que es astuto y hace el mal etc. Estas son las percepciones comunes y sólo un español culto llega a entender (y no siempre) que al decir ladino se habla de la lengua de los judíos sefardíes. Claro está que en las deformaciones de la historia (y en especial de las creadas por el antisemitismo), la palabra ladino siempre se refirió a lo judío: ya a las canciones judías, a la lengua de los judíos (considerados extranjeros en España a pesar de que vivieron veinte siglos en ella) y a la supuesta
actitud sospechosa de los judíos (de creyentes, marranos y conversos). Así que en primera instancia, ladino fue una palabra despectiva o de índole acusador. De aquí que el ladino tenga el sinónimo de judezmo (lo que se habla en la judería), de españolit, un español inferior y de judeoespañol (algo propio de los judíos). Sin embargo, fuera de España, especialmente en Turquía (Izmir y Estanbol) y en Sarajevo, la palabra ladino tuvo su mayor significado: identidad (salud ke aiga, buena semanada mos de el Dio).
Djudeo Espanyol, Kastiyano Viejo, Sepharadit, Latino, Ladino, Ekseris Romeka, Ispanyolit, Yahudije, Musevije, han sido unos de los nombres que ha recibido el Ladino (como lengua) en los distintos países donde han residido los sefardíes. Estas formas de nombrar las crearon los escritores sefarditas, los rabinos y el entorno. Los escritores, cuando definían en qué lengua estaban sus escritos o los romanzas que usaban para darle un toque cultural a sus relatos (como en el caso de los escritos de Bula Satula). Los rabinos, cuando tradujeron los
libros de rezos y el Tanaj (el antiguo testamento) al Ladino para ser leído por cualquier judío. Se buscaba con esto obviar la dificultad que presentaba el hebreo y el arameo para los judíos del común. Además, con estas traducciones, se unía la lengua religiosa a la que se hablaba en la casa y en la calle, creándose así un sentido de vida que unía el ser con el hacer. En otras palabras, el concepto de identidad se ligaba a la conciencia de lo cotidiano. De aquí las menciones a Dios (Dio) y a los personajes del Tanaj en las conversaciones diarias: Dio lo kera (inshalá-ojalá), buena semanada mos de elDio etc. El entorno (los no judíos), nombró la lengua de los sefardíes nominándola por su origen o, como pasa e Turquía y los Balcanes, a manera de despectivo.
Mihael Molho, teórico e historiador del Ladino, dice: "Los sefardies yamavan Ladino a la traduksyon (terdjume) de la Biblia a Espanyol. Al
tiempo, el Haham uzava a dizir a sus elevos: Melda en Lashon (Ebreo) i en Ladino. Ma a la lingua "de kada diya" la yamavan Espanyol (Espanyolit) o Djudezmo. El Sefardi dize a su amigo "Eskrivime en Espanyol". Nunka dize "Eskrivime en Ladino". El Sefardi dize: "Avlame en Djudezmo" i no "Avlame en Ladino". Por tanto, los Ashkenazim uzavan a yamar "Ladino" a la lingua de los Sefaradim".
El Ladino se mantiene vivo en las comunidades sefarditas de Jerusalén, Turquía, Sarajevo, algunos pueblos balcánicos y en lugares de Grecia como Salónica o la isla de Rodas, donde no sólo se habla sino que se pule para que de más opciones como lengua para hablar, escribir, traducir y producir
pensamiento, como sucede en Israel, donde la revista Aki Jerusalem, a través de artículos y debates, mantiene viva la herencia sefardí. También está el caso de la revista Los Muestros y de Erensia sefardí, que se editan en Europa. Las comunidades sefarditas de Bulgaria y Hungría, después del Holocausto (donde fueron severamente diezmadas por los nazis) perdieron el contacto con el Ladino que hablaban, ya porque los sobrevivientes inmigraron en pequeños grupos a otros sitios y allí asumieron el idioma local, ya porque los pocos que quedaron acabaron por asumir la lengua oficial (de obligado aprendizaje en los tiempos de la cortina de hierro).
Para algunos historiadores, el Ladino es un español arcaico que se mantiene activo en el acervo cultural de los sefardíes (de Sefarad, España). Y con base en esta lengua vieja, que no habría evolucionado, se trata de definir el Ladino y la herencia cultural española delos judíos sefarditas. Pero esta
percepción, tomada de criterios a la ligera, no es cierta en su totalidad. El Ladino no lo hablan todos los sefarditas, sino un grupo establecido en el Oriente de Europa. Cuando los judíos fueron expulsados de España (en marzo de 1492), no todos se dirigieron a un mismo lugar: unos fueron a Portugal (de donde luego pasaron al sur de Francia y a Holanda), otros al Norte de África, los más a Turquía y algunos se vinieron a América. Así, los sefarditas asumieron lenguas como el portugués, el francés (que luego se volvió una segunda lengua en el sefardismo), el holandés, el italiano y el español que evolucionaba y que entre los judíos de Marruecos se convirtió en Haketía. Incluso, judíos sefarditas cultos, como Baruj Spinoza y Menashé ben Israel (ambos holandeses) asumieron el Latín para sus escritos. Y si bien los judíos españoles y sus descendientes tenían el Tanaj en Ladino o en edición hebreo-Ladino, sólo los sefarditas establecidos en el imperio otomano convirtieron esta lengua en su lenguaje común. Y fue entre estos judíos donde el Ladino evolucionó hasta el punto que hoy lo conocemos, evolución que se dio por fuera del español tradicional y en entornos y contextos distintos al de España. Así que si hablamos del Ladino actual, no estamos hablando de una lengua propia de la saudade judía sefardí sino en una lengua realmente activa que no sólo consta de textos viejos sino que aparece en Internet y en la correspondencia de la red. Y en una placa en Auschwitz, escrita en Ladino, donde se recuerda la memoria de 166.000 judíos Ladino-hablantes asesinados en los campos de concentración.
El Ladino como lengua moderna.
En la actualidad se hacen ingentes esfuerzos porque el Ladino no sólo continúe vivo sino para que sea reconocido como idioma europeo (así como el vasco, el catalán, el italiano piamontés, el bretón etc.). De tal manera que se escriben
diccionarios y se busca una gramática común que permita un mejor desarrollo de la lengua como elemento de habla, escritura y pensamiento. Y si bien se ha optado por la grafía latina (para que la lengua tenga más universalidad) en lugar de la grafía hebrea que se utilizó para escribir hasta el año de 1948 (cuando desaparece el último periódico en ladino, La Vara, escrito en alefato), la sonoridad se ha respetado.
Así, lo primero que se ha buscado es el establecimiento de sonidos y una
ortografía común (como hizo Eliécer ben Yehuda con el hebreo moderno). En Ladinokomunita, una comunidad de judíos sefarditas que actúa por Internet y que tiene como fin promover el Ladino, se propone la siguiente ortografía para la escritura del Djudeo-espanyol:
NO UZAMOS = Q, W, C (aparte de en nombres propios). (X solo para biervos komo exodus, exilo, etc.).
Para el sonido de la C ke se sona komo (s), uzamos la S, si se sona komo (k), uzamos la K.
Y es konsonante solo (yerno, yorar, etc.); no se uza sola. Uzamos i para el konjunktivo ( "y" en Kasteyano, "and" en Inglez), no Y.
Abasho representamos los sonidos del alfabeto, aziendo apareser detras de kada letra un nombre konosido:
A – Albert, B – Baruh, CH - CHarlie (en Inglez), D – David, DJ – Joe (en Inglez), E – Ester, F – Franko, G – Galanti, H – Hayim, I – Izak, J – Jacques (en Fransez), K – Kaden, L – Leon, M – Miriam, N – Neama, O – Oro, P – Pola, R – Roza, S – Salamon, SH – SHemuel, T – Tuvi, U – Uziel, V – Vitali, Y – Yavuz, Z – Zakuto.
Egzempios de biervos: alhad (Sunday), djugeves (Thursday), kaza (house), kuando (when), tu i yo (you and me), meldar (to read), eskrivir (to write).
Estos esfuerzos no nacen de tratar de aplicar una lingüística moderna sino de recuperar los sonidos que tenía el Ladino en la década del 30-40, en especial en Turquía y Grecia, donde no sólo se hablaba en las calles, casas,
negocios, colegios y sinagogas, sino que también se publicaba en periódicos (uno muy famoso era La vara) y libros y se escribía en cartas. Para ello, Ladinokomunita ha creado un chat donde, a través del habla, se recuperan sonidos. Pero lo más importante para la recuperación y modernización del Ladino ha sido la escritura. A través de este canal de comunicaciones recuperan historias, recetas, dichas, kantigas, refranes y formas de discutir. Veamos algunos ejemplos:
Una historia y un esfuerzo:
Yo nasi en Salonik, un porto del nord de la Gresia la kuala tiene una estoria de mas de dos mil i trezyentos anios. Una sivda ke arekojo kon
amor a los djidios asegyidos de todo lugar. No ay de maraviyar ke un tiempo fue yamada " Madre del puevlo de Israel.". Muncho fue eskrito sovre la lingua estoria de las komunitas djudias de Salonik, i sovre todo por las de los Sefaradim, ke fueron fondadas por los ke toparon un porto ke los arekojo kuando fuyeron de la "Inkizision" de los reyes katolikos d’ Espania. Estas komunitas dominaron la sivda durante kaje 5 siklos, teniendo ayinda la yave de sus kazas piedridas, sus uzos i kostumbres, sus muzika, i sovre todo sus lingua.La komunita djudia de Salonik, la luz del sefaradizmo en Evropa, no pudo fuyir del terrivle destino ke los Nazis aviyan programado para todas las komunitas djudias de Evropa. Despues de la gerra, la mozaika vibrante de la sivdad, poliglota i de diferentes kulturas aviya pyedrido una grande parte de su splendor. A la fin de los anios "quarenta" i mezmo durante los "siquenta" las yaras ayinda estavan aviertas; el espanto siempre en los ojos de los pokos ke aviyan sovrebivido. El aniyo de la kadena ke durante muchos siklos deteniya rezya la nave de muestra egsistensia en la sivda, era delikado i pronta a romperse a todo momento.No se sentiya mas la melodioza lingua del Djudeo-Espaniol en la sivda. Las kriaturas nasidas despues de la gerra no keriyan mas sintir esta lingua mizmo en kaza. O, eran los parientes ke, para prezervarlos de una otra katastrofa, no keriyan avlarlos en espaniol. Portanto, las bendisiones, los kastigos, las kantigas para durmir eran en djudezmo, porke la madre no saviya dizir todo esto en otra lingua. Las kantigas ke aviyan trayido de Espania ke avlavan de amor, tristeza i muerte, en los salones, en las tavernas, en el porto, estavan olvidadas. Era solo en la keila sovre todo en Yom Kippur ke se pudiya sintir la dulse lingua i yorar mizmo si no la avlavas mas. "O Dio Piadozo"...Los mansevos teniyan difikulta a konsintir la alegria de sus parientes kuando en la meza del Seder viniya la storia de la salvasion "I sakomos Adonay de Ayifto kon brasso tendido." No pudiyan entender este dialekto del Kastiliano vyejo ke su version oral se fue enrikisiendo kon munchas palavras gregas, turkas, fransezas o italianas. Los anios pasaron i el dezeyo de bushkar su identita en la generasion mueva se aziya sintir. Los rekuerdos del pasado les vino en supito komo un relámpago. Las palavras de amor de la nona i tambien los pletos aviyan kedado gravados para siempre." Mi alma, regalado mio, luz de mi vida, malgrado ke no te veyo, fishugo, pesgado i embatakado.". Se akodraron los nombres de los sabrosos komeres ke las madres i nonas ke fueron serviendo en la meza todos estos anios guadrando ansina esta parte de la erensya. Borekitas de merendjena, tajikos de bimbrio, fijones kon salchichas.
La komunita Djudia de Salonik kontrariamente a todas las prediksiones dayinda bive. Amostro su volunta de enreziar la kadena ke estava tanto flosha. Los primeros diez anios se kijo muncho lavoro porke se daron prioritas a kurar la yaras de l’alma i ayudar a las viktimas. De ayi adelantre los dirijentes de la komunita pensaron a arrebivir la kultura Sefaradi. Solo ke kultura sin la lingua ke la yeva no puede egzistir. Malorozamente, se vido ke solo un 20 por sien de los mil djidios de Salonik favlava o a lo manko entendia el Djudeo-Espaniol. Una partida de los Sefardis de Salonik i de las sivdas chikas del derredor, se enstalaron en Atena despues de la
guerra I son oy un kinze a vente por sien de la populasion djudia de esta sivdad. De estos numeros se kreye ke un sinko por sien de la komunita djudia de Atena favla el djudeo espaniol.Entonses, los dirijentes de la komunita en Salonik enkorajaron a volontarios para ke bushken los fondos menesterosos para formar grupos ke ivan a lavorar para parvenir a este buto. Kon el ayudo de las institusiones "Kovo" i "Ets-A-Haim" empesaron a reeditar livros relijiozos; entre otros una maraviyoza "Hagada de Pesah". Se formo un koro para guadrar las romansas, las melodias kantadas por muestros parientes i despues de muncho lavoro puedemos dizir ke oy moz aze onor. A la fin del mez va tomar parte al festival "CANTUS"de Salzburg i va ser el solo koro venido de Gresia. El anyo pasado se avrio un manyifiko museyo onde no solo se ambeza la estoria de los Djidios de Salonik, ma se transmete la glorioza memoriya de lo ke fue esta komunita i tambien se ve la vitalitade lo ke es oy. La komision kultural de la komunita djudia de Salonik, entre otras aktividades, konsidera una reushida su partsipasion al l’edision del livro "Voices of Jewish Salonika" del profesor David Bunis, ansi ke del livro ke esta para salir sovre la tradision kulinaria i las retchetas de los djudios de Salonik. Ma lo mas emportante de la ovra de esta komision fue la organizasion de dos konferensias internasionales sovre el Djudeo-Espaniol a los kuales partisiparon munchos de entre vozotros.El "Ladino Society" es una parte de la komision kultural de la comunita djudia de Salonik, i las personas ke lavoran estan perkurando de arekojer lo mas posivle de tekstos, material audiovisual, livros i vokabularyos sovre el Djudezmo. Ultimamente estan bushkando en la Internet para parvinir a topar ayudo afin de tener lisyones en Djudeo-Espaniol. Siertos miembros de este groupo estan kreyando de muevo…SI, DE MUEVO, chikos tekstos en proza o en rima. Organizan tambien kada kinze diyas para los ke les enteressa ( i son numerozos ) demanianas de Alhad para muestra lingua, lo ke se yama "Kavedjiko kon Mohabet ". Preparan tambien unos mini kuiz en Djudeo-Espaniol para los chikos de la eskola primera Djudia i pensan organizar un klub de teatro, i de kreasion de filmos video, en ladino,sovre la vida de los Djidios de Salonik de antes de la gerra. Sovre todo azen lo mas posivle para transmeter a la mueva generasion el amor de esta lingua i los enkorajan a ke la guadren. Puedia avlar por oras sovre lo ke se tiene echo o lo ke keremos azer, i si ensistish un poko, lo aria puede ser. Ma kero ke konsideresh todo esto komo una promesa ke me kargaron de transmetervos: Tanto ke egzistimos, mizmo los pokos ke kedimos en Salonik, no vamos a deshar murir la kultura i sovre todo la lingua de los Sefardim. (El autor de esta nota se llama Samuel Hassid. Las palabras resaltadas son mías).
Como puede observarse, hay un gran intento por hacer del Ladino una lengua que lo cubra todo para que la
memoria no se pierda. Y si bien la memoria podría guardarse en otro idioma, es el idioma original de la memoria la que la revitaliza y le da su sentido más estricto. En un tren donde yo viajaba a Barcelona, me decía un catalán: si mi bisabuelo dijo préssec, si mi abuelo dijo préssec, si mi padre dijo préssec, porque debo decir yo melocotón. Es que la memoria no es un mero dato, también es un sonido que liga imágenes y sentimientos. Algo así decía Henry Bergson.
Una discusión:
En el Ladino moderno, se presentan debates acerca de palabras de uso cotidiano pero de origen diverso, ya que una comunidad utiliza determinada palabra para designar algo y otra usa una distinta. Esto se debe a que un judío griego a veces no podía traducir al Ladino algo propio de la
cultura donde estaba viviendo y entonces la ladinizaba con el sonido pero no con el nombre. Lo propio hacía uno que vivía en Turquía o en los Balcanes. Veamos dos ejemplo de estas discusiones:
1. Ya tenesh muncha razon: en Estanbol se dize "ora", en Izmir "sat" (i no "saat", ke es turko). Entremientres yo ya me izi "dankave" (adam kaved,nudnik, en ebreo). Saves ke en Estanbol se dize "pantuflas" i en Izmir "patuklas"? I ya saves ke en Estanbol se dize "mutpah" i en Izmir "kuzina". "Kuzina" i en Estanbol es "kabine" En Estanbol se dize "jaket" i en Izmir "sakaki". En Estanbol se dize "pijama" i en Izmir "mechare", i ay otras palabras mas, i entre eyas una, konsiderada muy suzia en Estanbol, mientres ke en Izmir es una palavra del todo normal. Penso ke ya entiendes ke no tengo el koraje de eskrivirla, mizmo ke para mi es kompletamente limpia. Esto kere dizir ke se pueden uzar siempre sin yerrarse las dos formas.
2. En muestras kazas se muncho uzo entre mozos sefaradimd se "édankav" sujeto del biervo de uno pezgado; I mismo me akodro ke kuando este, era muncho pezgado, dize siempre por entero, dunke édankav...Ke es dizir mas pezgado ainda, diriamos. " éMilé Dankav"diziyan. I entonses, si se disho anside esta persona, de (yeno konpleto) "émal es vienen del ivrit "émil"...siguro ke era mijor toparnos leshos de el.
Entre los judíos sefardíes de El Cairo, como dice André Aciman, en su
novela La huída de Egipto, ciertas vulgaridades o expresiones peyorativas se decían en árabe. De igual manera los cargos oficiales o las denominaciones técnicas pasaban al Ladino en francés e inglés. Como sucedió con el hebreo moderno, hubo palabras (pertenecientes al contexto de la modernidad y el modernismo) imposibles de traducir porque no tenían su equivalente en un nombre específico sino en una frase completa. Así, pasaron al hebreo palabras como profesor, televisia, radio, cigariot etc, provenientes del yidisch, del alemán y del inglés. A estas palabras se les dio sonoridad hebrea..
El Ladino, una lengua cultural y de memoria:
En la última novela de Umberto Eco, Baudolino, la magia del relato comienza con un primer capítulo escrito completamente en la lengua romance del siglo XIII italiano. Con este inicio, Eco ubica al lector en un espacio de palabras que legitiman la historia, la cultura y la memoria a la que habrá de recurrir su personaje. Algo similar sucede con el Ladino, donde ciertos elementos no se modernizan sino que se mantienen en su lengua original. Esto no pasa en el Haketía (que muchos confunden con el ladino), donde si hay una modernización en la
estructura y las palabras, como sucede con los últimos discos del cantor Joaquín Díaz (promotor del folklore sefardí), quien recurre al Haketía para darle más sonido más español a lo que canta.
En el Ladino tradicional, que es la base de la lengua moderna, un buen número de romanzas (kantigas) e historias se mantienen en su estructura original. De esta manera, la memoria permanece inalterable. Veamos un ejemplo de esto (sobre una canción) y su discusión correspondiente:
Avram Avino: Avram Avino padre kerido/ Padre bendicho/ Luz de Israel/ Kuando el rey Nimrod/ Al kampo salia/ Mirava en el sielo/ I en la estreriya/ Vido una luz santa/ en la Djuderiya/ Ke avia de nacer/ Avram Avino/ Avram Avino/ padre kerido/ Padre bendicho/ Luz de Israel/
La mujer de Terah kedo preniada/ De diya en diya el le preguntava/ Deke tenesh la kara tan demudada/ Eya ya saviya el bien ke teniya/ Avram Avino padre kerido/ Padre Bendicho/ Luz de Israel.
La discusión:
En esta discusión se hacen correcciones sobre la canción. Así, mientras en la canción aparece Avram avino, en el
debate se corrige avino por avinu (padre nuestro, en hebreo) y Avram por Avraam, porque se busca un sonido más correcto, no una a doble sino una a alargada. De esta manera, la lengua se ve intervenida por conceptos antropológicos y de búsqueda de sonoridad. Este recurso lo usa, de manera muy acertada, Thomas Mann en la tetralogía de José y hermanos, cuando en lugar de escribir Jacob, escribe Jaacob.
1. El rey Nimrod (segun la lejenda) fue astrologo muy talentuozo i komo dize muestra kantiga: Kuando el rey Nimrod al kampo saliya mirava en el syelo, a la estryeriya vido luz santa el la djuderiya ke aviya de naser Avraam Avinu. Segun la astrologia, se puede ver en las estreyas no solo el pasado i el presente, ma i el futuro/avenir tambien. Ansi ke es muy logiko (a kien kreye en astrologia) ke Nimrod vido en las estreas ke ay (o ke tiene de kriarse) la djuderiya i ke aviya de naser Avram Avinu. Ans, Nimrod VIDO ke aviya de naser el ombre ke va "deskuvrir" al mundo ke eksiste solo i uniko Dio; vido tambien ke se va formar la djuderiya i el puevlo Djidyo. Por esto, el rey Nimrod preguntava a la madre de Avram "Deke tenesh la kara tan demudada" Ma, muestra Abuela era bastante svelta, i no le deskuvriyo ke estava prenyada..
2. La kantiga "Avram Avinu" (ke mozotros kantamos solo dos "ramos") tiene 17 "ramos".
A proposito, Avraam Avinu ke era "el primer Djidyo", nunka lo yamavan"Djidyo" ma Ivri/Ebreo.Muestro puevlo fue yamado "Yeudim"/Djidyos a lo menos 1000 anyos despues de Avraam. Avram Avinu nasyo 9 o 10 djenerasyones despues de Nimrod. I si me demandas a mi, Nimrod nunka tuvo el Zehut i la oportunidad de ver a Avram...Ma muestros Hahamim por demonstrar la diferensya i la lucha entre los idolatras/paganos i entre Avram Avinu ke fue el primer monoteista i rekonosyo al kriador, muestro Dio-santo-bindicho-el, formaron la Agada (lejenda). Segun la lejenda, el rey Nimrod deklaro i proklamo a si mizmo komo dio, i por esto, naturalmente, bushkava de matar a Avram. La lejenda tambien mos konta ke kuando lo topo Nimrod a Avram, lo echo en el forno/orno (ma Avram salvo por milagro, por la mano de Dio).
En la reestructuración del Ladino, no sólo se opera de manera lingüística y filológica sino que en ella entra el
modelo de la discusión talmúdica, donde se busca la respuesta más acertada después de haber sumado otras respuestas. Este Pil-pul, permite no sólo enriquecer la lengua con datos y metodologías sino que favorece el ritmo y la movilidad de la lengua. Hablaríamos, entonces, de una discusión que enriquece en lugar de mermar o limitar.
También, para el dinamismo del Ladino, la lengua aporta la cotidianidad de
la educación sentimental. Poesías, canciones, dichos, refranes, bendiciones y maldiciones están presentes en la lengua moderna. Estos son ejemplos:
Poesía:
Alta alta es la luna/ Kuando empesa a 'sklareser/ I ja ermoza sin ventura/Nunka yege a naser./ Los ojos ya me s'incheron/ De tanto mirar la mar./ Vaporikos van i vienen,/ Letras para mi no ay./ Pasharikos chuchulean/ En los arvoles de flor./ Ay debasho se asentan/ Los ke sufren del amor.
Canciones (kantigas):
Una donde el cantor se queja.
Adio kerida/ tu madre kuando te paryo/ te kito al mundo/ korason eya no te dio/ para amar segundo/ Adio, adio/ no kero la vida/ me la amargates tu/ Va busca otro amor/ aharva otras puertas/ aspera otro amor/ ke para mi sos muerta.
Otra donde quien canta se define y hace un pedido :
Morenika a mi me yaman/ aunke yo blanka nasi,/ de pasear galana,mi kolor pedri./ D'akeyas ventanikas/ m'arrojan flechas/ si son de amores/ vengan derechas./ Vestido de vedre/ i de alteli/ ke ansina dize la novia/ kon el chelibi./ Eskalerika le izo d'oro i de marfil./ Para ke suva el novio/ a dar kidushin.Dezime galana/ si keres venir./ Los velos tengo huertes./ No puedo yo venir./ Morenika a mi me yaman/ El ijo del rey/ si otra ves me yama,/ me vo yo kon el.
Dichos (dichas):
La dicha es una forma de expresar algo. En el mundo sefardí, las dichas se usan en la conversación cotidiana y tienen un
valor muy parecido al de los refranes, ya por su contenido, ya por el ingenio con que fueron creadas.
-Tomi al gato por kompanyia, avrio los ojos i me espantó (Es mejor estar solo que mal acompañado).
-Todo tenyia Salomoniko: sarna, lepra i sarampionico. Se dice de alguien al que le caen todos los males.
-Se va Hanna i viene Baruh. (Sale uno entra otro).
-Tiene la riza del karpuz. (Se dice de aquel que cuando ríe muestra mucho los dientes). Karpuz es el nombre que se le da en Ladino a la sandía.
-Kandelika en la kaye, oskurina de kaza (Luz de la calle oscuridad de la casa. Se dice de aquel que es muy bien visto fuera de su casa y tiene muy mal genio con los propios).
-Djoha arriva del azno bushkava al azno. (Djoha, arriba del asno, buscaba al asno. Se dice de aquel que tiene delante de si lo que busca y no lo ve).-Boka por ermozura. (Se dice de aquel que asiste a una conversación y no habla).
-Bushkar el klavo i el burako (Se dice de aquella persona que nos visita y en lugar de conversar se la pasa preguntando sobre nosotros).
Dichas informales:
También hay dichas más alegres, propias del habla de mujeres o de conversaciones donde los que hablan son de confianza.
A'aron! Ayde vate a djugar kon Moshoniko i traymos la
Ley del Ar Sinay. (Aarón, anda, vete a jugar con Moshoniko y tráenos la ley del Sinay)
Abram, no te hagas del haham, porke el lovo te va komer. ¡Am! (Abrahám, no te hagas el sabio que el lobo te va a comer. Am!)
Binyamin! Aze atansyon de salir syempre por la derecha. (Benjamín, cuídate de salir siempre por donde debes)
Izakito el kurajozo, No te espantes, no te va matar tu padre. (Izakito cascarrabias, no te espantes que tu padre no te va a matar)
Sos muy mazaloza de tener esta vida ke tyenes. (Eres muy mazaloza, de tener la vida que llevas. Mazaloza viene de Mazal, suerte. Así que la dicha queda: Tienes mucha suerte de llevar la vida que tienes).
Refranes:
En todas las lenguas, los refranes representan la sabiduría popular. En el mundo sefardí, son famosas Las glosas de sabiduría de Don Sem Tov (el señor del nombre bueno), conocido como el rabino de Carrión. Este refranero del siglo XIII, fue utilizado por Miguel de Cervantes para poner muchos de esos refranes en la boca de
Don Quijote de la Mancha. Pero en Ladino también hay refranes más nuevos, nacidos del ejercicio de la cotidianidad, por ejemplo:
Hamán sin
sapún es como kafé sin titún. Baño sin jabón es como café sin cigarrillo.
De mis ochios, los de mis ichios. Mis ojos son mis hijos.
El ke
demanda Sedaka, no se echa sin senar (El que pide caridad no se acuesta sin cenar)
Aremenda tus panyos te turaran un anyo, aremenda otra ves te turaran un mes. (Remienda tus vestidos y te durarán un año, remiéndalos otra vez y te durarán un mes)
Parientes, sevoyas i ajos assembrados ralos (Parientes, cebollas y ajos, pocos)Eski dost dushman olmaz (este refrán está en turco). Amigo viejo nunka se aze enemigo (Nunca es enemigo un amigo viejo)
Bendiciones (Benedysiones):
En la cultura sefardí, la bendición (distinta a la litúrgica) es algo bueno que se desea a otro. De aquí la importancia de tenerlas presentes, a manera de dichas:
¡Blanka i kontente! (
dinero y alegría) - ¡Otro tanto! - ¡El Dio ke te page de bueno!- Refua buena ke tengas! -(Bulbul) Mazal Bueno! - ¡Orozo ke Seyas! (que tengas suerte) - ¡Bueno ke veygas! - Ikerdt (fortuna, viaje) Kon Salud i kon Vidas (nuevos vistidos) - ¡Viaje de leche i miel! - ¡Para Fiesta i Alegrias! - ¡Blanka i Oror Tanto! (dinero y tanto en honor) - ¡Novia ke te Veyga! - ¡Beraha i Salud! (bendiciones de Dios y salud) -Ikerdt: Ombre de Buena Ventura! ( se dice en el Barmitzva) - ¡El Dio ke paga de bueno! - El Dio ke te de muncho bueno! - La Vida es una maraviya!.
Para muchas mujeres, mi abuela por ejemplo, decir bendiciones traía buena suerte a la casa.
Bendiciones especiales:
Para recién casados: ¡Pasa bueno! - ¡Blanka i Alegre ke estes! - ¡Muncho bueno ke te de el Dio! - Muncho bueno ke te aga tu marido.
Para una nueva casa: se yevavan vino, espejo i pan (esto disho Bulbul)
Para cuando se llega del hospital: De tu kaza ke no mankes! (que no vuelvas a salir de casa).
Para los que están en la mesa: ¡ De muerte ke no mos manken! (que no muramos de hambre).
Para regalo: ¡Gozar Bueno!
Para ora de sar (funerales) Vozotros ke bivash...i no mas de ningunos! - ¡El Dio ke mos guadre de ora de sar!
Maldiciones (maldesyones):
La maldición es una manera de reaccionar ante un error o una ira provocada por algo o alguien. Y si bien no están legitimadas por
la moral, si hacen parte de la lengua y del comportamiento cotidiano.
¡Arematate! (que te mates) - ¡Arematasion! (que se maten) - El Dio ke te mate! - ¡Mahshemo ke te kaiga! (más éxodo que te caiga) - ¡Al ginam! (vete al diablo) - ¡Malogrado ke seyas! - ¡La estreya ke le kayga! (que se te acabe la suerte) - ¡La estreya ke no le kayga!! (que no te llegue la suerte) -¡El Dio ke lo aranke del mundo! - ¡Maldicha seya ( maldita sea tal o cual persona) - !Haram ke se le aga! (que le llegue el mal
gobierno) - ¡El guerko ke se lo yeve!
La memoria:
Quizás ningún pueblo guarda tanto la memoria como el judío. Se podría decir que la venera debido a que en ella están sus raíces, tanto las fundamentales como las de las distintas tradiciones habidas en tal o cual país. Decaí la cantidad de
papel escrito e impreso, la importancia de las guenizot (lugares donde se guardan los libros y textos que han sufrido algún desperfecto) y la necesidad de aprender a leer antes que cualquier otra cosa. Esta memoria ha corrido a cargo de los escritores, los rabinos, las correspondencias, las canciones, las nanas, las fiestas religiosas (que en el judaísmo son en su mayoría fiestas nacionales de obligado cumplimiento) y la tradición oral que se repite. De aquí la importancia de la lengua, de pronunciar una palabra y recordar este o aquel suceso. De leerla y hacer el mismo ejercicio.
De entre los muchos escritores en Ladino que existen, cabe destacar la presencia de Bula Satula y sus crónicas escritas (en colaboración su marido, Haim Avraam) en
el periódico La Vara. Estos escritos aparecieron entre 1922 y 1934 y en ellos se hace una graciosa descripción de la inmigración sefardí a América.
Bula Satula era el seudónimo que usaba un joven periodista, Moise Sulam, quien hablaba en nombre de una vieja
mujer enferma (Bula Satula) que se quejaba todo el tiempo de las cosas que le sucedían. A su lado estaba siempre su marido, una especie de Job moderno.
En el periódico la Vara del 23 de febrero de 1923, se lee:
Regalada Vara de mi korason. Te asiguro regalada Vara ke no me se aresenta el alma, si no "desbrocho" kada semana un poko en tu gazeta, de las postemas ke yo tengo en mi korason. Fiatelo sin djurarte, ke para desbafar todo lo ke tengo guadrado se kere una mar de tinta i un sielo de papel.
La manya la sapa dizen de viejo, esto es verdad kon unas kuantas de muestras mujerikas, ke lo tomaron por ofisyo de estar indo de pedromo en pedromo, por avlar mal de unas, gomitar por otras, i echar la myel i la fyel por mujerikas onestas ke no tyenen alishik kon ijos de ombre. Estas kyelipures de mujeres no se dan arbamo de inve[n]tar mil i una koza i de azer un ijo sin padre ni madre i mandarlo a la eskola. Estas mashinikas muestras son todas de Saporta ke todo se les importa . Si una piko de merkarse un vestido, no ay ke dizir, ya empesan a ezvarear demazia, komo si fuera algun byen suyos.
La de la otra semana regalada Vara, no me se va ir para abasho, syente i empostemate entera. Una fakyirika mujer se merko un palto de vente i sinko dolares, pagados kon la lazerya de sus palmas, i la sudor de su frente. No uvo ke dizir apena se lo estreno, ke unas kuantas bashibochas i atavanadas , ya lo presyaron por syen dolares, i kitaron ke el palto le fue regalado a la mujer, por el patron, asi ke le venga un mal en el garon.
Este mal avlar, i este yevar i traer se esta espandyendo un poko mas kada dia, komo se esta espandyendo la enfluensa. Si por dezgrasya alguna bavajada akontese, al punto ya kitan kurdela de muving piktshur, de una pulga la azen un gameo, i de un eskaravato un elefante.
Lo ke te rogo i te namoro regalada Vara, es de aharvar a estas mujerikas, de estanyar sin kedar semana por semana, i de tener a la razon a todas akeas no tyenen otro echo, ke de azer vijitikas de konsograje, para echar el sam de kulevro, i para meter sal en kazamyentos. Bokas mal avladeras me disheron, ke el klub de estas mujerikas es en una kaza de Ortshard, onde la patrona de kaza propya esta embatakada de punta de pye fino a kavesa. Kada dia se rekoje un medjlish de mujeres en esta kaza, unas echando, otras alevantando, unas kitando i otras metyendo, ke el guerko les meta un tapon en la boka, para ke la pyedran por entero, kon la kuala kedo tu, BULA SATULA
Estos textos humorísticos y al mismo tiempo críticos (como sucede también en yidisch con los escritos de Isaac Bashevis Singer), permitían
la lectura de la cotidianidad y, por lo tanto, de la creación de la historia privada de los sefardíes. Por esta razón, se hacen indispensables en la reconstrucción del Ladino. Como dice George Duby, el célebre historiador francés, sólo a través de lo que lee lo cotidiano (canciones, poemas, cartas, recetas, crónicas, habladurías) se encuentra el espíritu de un colectivo y la razón de su lenguaje.
Finalmente, la memoria se constituye también con los
modelos a seguir, representados por sabios, héroes y hombres justos. Y en esto el Ladino es abundante, pues ya que la comunidad sefardí no podía participar de una historia turca o griega que la excluía, si lograba que hacia el interior del colectivo hubiera de quien hablar. Así, existe un héroe, Gerineldo, que es una especie de Quijote judío. Y existen también un sin número de rabinos famosos por su sabiduría y piedad, como es el caso de Haim Palachi, de quien David Levi de Izmir escribió en un e-mail:
El 17 Shevat 5628 (9 Fevrero 1869) es el diya de la desparisyon de el Rav Hayim Palachi de Izmir. En las Kehilot el se nombra Ateret Tiferet, Morenu ve Rabenu, Ha-Rav Ha-Kollel, Baal Sefer Lev Hayim - La Korona de Ermozura, Maestro Profesor i Rabino, Rabino de Komunitad, Eskrivano de el Livro Korason de Hayim. Tambien se yamava Marbits Tora (diremos inkulkador de la Tora).
Nasido en Izmir en 1788 se izo Hahambashi en 1852 despues de la desparisyon de mi avuelo Rav Rafael Pinehas de Sigura.
Era muy kapachi en
Literatura i eskrivyo 72 livros. Se konta ke estos livros se kemaron en un fuego i el los eskrivyo por sigunda vez. (Me aviya kontado mi kerido More Shemuel Ha-Kohen.)
Dirijio la komutitad kon 45 Rabinos, donde el Bet Din se komposava kon los Rabinos Yeoshua Shelomo Arditti (Rav Hina ve Hisda), Hayim Binyamin Pontremoli, Rahamim Nisim Yehuda de Sigura, Nisim Hayim Moshe Modai.
Se konosiya kon su otoritad,( Sigun el Prof. Abraham Galante "Despotiko" ). Ma su tiempo fue el tiempo de la transisyon de las Komunitades Judias Ottomanas, de la tradisyon a la modernitad. Este proseso se konta perfektamente en el livro de valor " French Jews & Turkish Jews" de el Sinyor Aron Rodrigue.
Tiempos de trokamiento son muy difisiles. Akeyos tiempos uvo munchas diferensiyas i pletos entre el puevlo, las organizasyones i el Gran Rabinato. El Gran Rabinato de Estanbol deviya de embiyar un Shaliah para atakanar la situasyon. Siempre tuvo una reputasyon mondiala por su sciensa i Judios notables komo la Familya Rothchild, Sir Moses Montefiore tenian kontakto kon el i lo veniyan avijitar a Izmir. En un diya donde estos pletos kontinuavan el Baron Rothchild vino avijitarlo i le disho : " Ke azes aki, ven te yevare a Londres i te garantizo un posto bien alto en el Gran Rabinato". El no kito Izmir. Ma fue ovligado a demisyonar. Sigun El Profesor Galante afito ke kuando el se desidyo a demisyonar, se fue a su Sinagoga ( ¿Algazi o Bet Hillel ?) avriyo el Ehal, ensendyo una kandela de siryo i empeso a demandar la proteksyon de el Dyo. ¡Kuriyosa koensidensya! Un Raash grande uvo durante su orasyon. La komunitad lo aksepto komo un avizo i eskaparon estas diferensiyas i pletos en la komunitad en oktobre 1867. Kontinuo a ser el Gran Rabino fin su desparisyon. Kreygo ke el KavzoKollel - Palachi es esto i el Sinyor Riri Roditi mos puede dar mas eksplikasyones.
A manyana lunes se le va azer el Limud i se va vijitar su tomba por el 135 anyo. ( zehuto Yagen Alenu ve Al Kol Israel Ahenu. Amen - Ke su zehut yege a mozostros i todo muestros ermanos Israel. Amen)
Y así podríamos proseguir, dando datos escritos sobre la vida que se da al interior del ladino, entorno a los usos y costumbres, sueños y pesadillas que conforman su memoria oral y escrita, donde la presencia de Moshé Ben Maimón (Maimónides), José Karo, Salomón Gabirol, Abraham Pakuda y otros alientan a escribir y a no dejar las raíces.
A manera de conclusión: por Ladino entiendo aquella lengua que hace posible que yo exista como ser con conciencia de sí mismo.